lunes, 31 de marzo de 2014

Mi papá...


Mi papá… Me acuerdo muchas veces de mi papá; de cuando, por las noches, me leía cuentos para que me durmiese o de cuando, si tenía miedo por las bombas me decía que sólo era una tormenta y que se pasaría enseguida y, aunque yo sabía que no era verdad, me tranquilizaba y me dormía. Ahora que ya no está conmigo me lo imagino en las trincheras recordándome todos los días, luchando para que crezca en un mundo libre de bombas y de gente mala y rezando para que no me pase nada malo.
También me acuerdo de mi mamá. En mis recuerdos ella está más sonriente que nunca, no está ni llorando ni enfadada conmigo porque la guerra ya se ha acabado y mi papá está de vuelta. La última vez que la vi estaba fuera, lavando la ropa y tendiéndola; yo estaba en casa jugando con mi coche y, de repente, escuché a mi madre gritar. Salí fuera y la vi allí…, quieta…, no se movía…, no decía nada…, estaba muerta… Yo no sabía qué hacer, ¿qué le diría a mi papá cuando volviese y mamá no estuviese allí para recibirle?, ¿qué haría yo sin mi mamá? Estaba asustado, tanto que eche a correr sin saber a dónde iba. Después de un buen rato corriendo, me dí cuenta de que empezaba a anochecer, me paré en un lugar lleno de escombros, no sabía dónde estaba, ni si volvería a mi casa… Me senté encima de un montón de tablas de madera apiladas y empecé a recordar todos lo buenos momentos que había pasado con mis papás, con mis abuelos, con mi familia… y me di cuenta de que ya no habría más momentos así, ya no habría más tiempo para jugar ni para pasárselo bien…, en ese preciso instante, me di cuenta de que era hora de crecer y dejar las ilusiones infantiles atrás. Estuve llorando allí durante mucho tiempo, no sé cuánto y recuerdo que dejé de llorar por mi familia: porque recordé que papá siempre me decía “Llorar es cosa de chicas, mantente fuerte hijo mío”; y mamá, se ponía triste; y los abuelos, me daban chocolate para que no me sintiese mal… También los echo de menos a ellos, sobretodo, cuando íbamos a la iglesia los domingos y la abuela me hacía trajes para que fuera guapo. La echo mucho de menos… Recuerdo menos a mi abuelo, era un tipo grande y mal humorado, no me hacía mucho caso y nada de lo que hacía mi papá le parecía bien.
También hace mucho tiempo que no veo a los niños de mi colegio.. Ya no están en la plaza del pueblo… ni en el parque… No sé qué les habrá pasado, ni si los volveré a ver. Recuerdo con especial cariño a la niña que siempre me miraba de una forma extraña, pero que me hacía sentirme bien; la que, si me caía, era la primera que venía a ver si estaba bien o si me había hecho daño. También la echo mucho de menos a ella… Y a todos los compañeros de clase con los que jugaba en los recreos.
He llegado a la conclusión de que la guerra es muy mala para todos, incluso para los niños, pero aún me quedan muchas preguntas por resolver, por ejemplo: ¿Por qué se empiezan las guerras?, o ¿Cómo pueden los generales dormir después de ver a tantos hombres caer? No sé si de mayor tendré que ir a luchar también, pero espero encontrarme pronto otra vez con todos mis seres queridos, de verás lo espero…

LARA PRENDES SUÁREZ
 2º ESO. IES SELGAS. EL PITO (CUDILLERO)
Fuente imagen:    http://ts2.mm.bing.net/th?id=H.4557000234436437&pid=15.1

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